miércoles, 24 de febrero de 2010

El colegio de los PP. Escolapios...

José Martínez Ruiz, "Azorín", en su libro "Las confesiones de un pequeño filósofo", habla de su estancia en el colegio de los PP.Escolapios de Yecla.
Habla bien, e incluso con cariño, de esa etapa, aun resultándole dura, por estar lejos de su casa.
Rememora al P. Carlos Lasalde, el insigne arqueólogo, y la descripción que hace del sabio escolapio está llena de afecto, de admiración y respeto...
Yo no tenía que separarme de mi familia para ir al colegio...
De hecho, sólo tenía que cruzar la calle, y entrar en él por la puerta del "recreo",
un patio de recreo que hasta el verano de 1958, era de tierra.
En cierta ocasión, en mi primer otoño de colegial, me caí en un charco de barro, que se había formado tras la lluvia, y salí de allí que había que cogerme con pinzas...
Aún recuerdo al gracioso de turno, que, el verme, dijo, entre risas: "¿Has comido chocolate...?"
Durante el verano de 1958, se allanó el patio de recreo, y se cubrió de una gruesa lechada de hormigón. En el centro, un desagüe para el agua de lluvia, o para las nieves, fundidas por la acción bienhechora del sol...
El P. Juan Otal, con su hablar característico, decía: "El patio de recreo...es...el alma del colegio..."
Y no le faltaba razón...
Gritos, risas, juegos, alguna pelea por un quítame allá..., partidos de fútbol, y los consabidos corrillos, hablando de todo...
Seguramente, el alma de aquél colegio, estará en las alturas, lejos de las inquietudes mundanas..., llevándose consigo la imagen de todos nosotros, los colegiales que tantas veces holgábamos en él, media hora por la mañana y tres cuartos de hora por la tarde...

1 comentario:

  1. Amigo Enrique, yo tambien recuerdo eso recreo y los partidos de futbol, cuayas porterias estaban pintadas en la pared.
    Mi hermano , Quique, jugaba de portero y yo lo admiraba por su valentia, era importante ser hermano de un pequeño heroe.
    Recuerdo que el Padre Otal, fue corresponsal de deportes de "El Noticiero" y habia ocasiones que destacaba el juego de mi hermano en el Jacetano, aunque no hubiera jugado. ¡Un gran hombre el P. Otal!

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