sábado, 26 de noviembre de 2011

...os crabóns royos...

He contado la historia del "carapuchete", o demonio familiar, habitualmente travieso...
También hablé de "os menutos", muy dados a esconder objetos en los lugares más inverosímiles...
Bueno, pues en el Valle de Gistaín, o Chistau, estaban "os crabóns royos", más o menos de la misma calaña que
los anteriores...
Crabón, según el Diccionario Dialectal del Pirineo Aragonés, de Gerhad Rohlfs, editado por la Institución "Fernando el Católico", de la Diputación Provincial de Zaragoza, se refiere al macho cabrío castrado.
Royo, en el mismo diccionario, sgnifica "de color encarnado", "rojizo".
No sé si "os crabóns royos" tienen algo que ver con el macho cabrío castrado y del citado color..., o encierran un sentido oculto...
Lo que está claro, es su capacidad para las travesuras domésticas..., y servir de chivos expiatorios en los casos en que algo se sale o se salía de los cauces de la normalidad cotidiana.
"Os menutos", recibían todas las culpas...
Posiblemente, "os crabóns", también...

miércoles, 23 de noviembre de 2011

...un lejano invierno...

Noviembre, 1971.
Aquel año, las nieves se adelantaron. Por estas fechas, medio metro de nieve cubría la ciudad.
Me agradaba pasear, al anochecer, sintiendo el crujido de la blanca alfombra, como solía decir el Padre Juan Otal. ¿Su segundo apellido era Plo...?
Creo que sí...
Y regresaba tarde a casa, pasado el "límite" de las diez.
Medio metro de nieve...
El paseo de invierno, iluminado por las nuevas faroles, estaba solitario.
Una débil luz, allá, en Asieso.
A finales de mes, la nieve comenzó a fundirse, y las inevitables "chapaletas", me hacían sentir un no sé que de tristeza...
La nieve se iba...
Quedaba una humedad gris y fría...
Brilló el sol, por fn, una mañana.
Y aquella nevada desapareció...
Creo recordar que me adentré por los caminos, en direccón a las fuentes de Barós...
Por allí, algunas manchas de nieve, se fundían lentamente...
Había dos cosas que me enturbiaban el pensamiento: La nieve , que no sabía cuando iba a volver, y la proximidad de las Navidades. Porque tras ellas, la tristeza me invadía de nuevo...
Y así, mi única vía de escape era deabular po lo caminos desiertos, esos familiares caminos que rodean la Montaña.
Aspirar el perfume de la tierra húmeda, llenarme los pulmones de viento helado, y, regresar, ya más tranquilo...
Desde el puente del río Gas, contemplaba las luces de l ciudad...
Y subía por la cuesta, hasta llegar a las benedictinas...
Fue un invierno extraño...
¡Hace tanto tiempo..!

domingo, 6 de noviembre de 2011

...Mallos de Riglos...

Mallos de Riglos.

Mallos Pisón y Fire.

Río Gállego.

Ediciones Sicilia, años 60.

Las postales se imprimían en un papel texturizado,

lo que les restaba calidad,

pero era una moda de la época.

(Archivo de Guillermo Pérez Pérez

y Enrique Pérez Tudela).

sábado, 5 de noviembre de 2011

...Riglos...

Los Mallos de Riglos,

desde la salida del túnel,

siguiendo la dirección

Canfranc-Zaragoza.

Tarjeta postal en blanco y negro,

de Ediciones Sicilia.

Años 60.

(Archivo de Guillero Pérez Pérez

y Enrique Pérez Tudela).



...aquellos montañeses...

Cheso.

Aragonnais du Dèpartament de Jaca.

Encyclopédie visuelle.

J.H.Heck.

(Imagen: Archivo de Guillermo Pérez Pérez

y Enrique Pérez Tudela).



miércoles, 2 de noviembre de 2011

2 de noviembre de 1959...

El día 2 de noviembre de 1959, tuvimos fiesta escolar, con obligación de asistir a la Misa de Difuntos, que celebró el P. Santiago López Huidobro.
La iglesia del colegio, iluminada a medias, tenía un aire misterioso...
Entre las dos filas de bancos, se había colocado un catafalco, cubierto de pesado brocado negro, bordado en plata, y con pasamanería dorada.
El P. Santiago, con las vestiduras propias del día, dio comienzo a una Misa, cantada, en latín, por supuesto, y su voz, habitualmente afable, se convirtió en una voz grave, profunda, que infundía respeto y hasta temor.
Nadie habló durante aquella celebración.
Salimos en dos filas, con las manos atrás, y nos dirigimos a casa.
El día, gris y desapacible...
La tarde, muy oscura...
Y, por la noche, un sentimiento opresivo, que se diluyó con el sueño...
2 de noviembre de hace cincuenta y dos años...
Lo recuerdo perfectamente...
A veces, la memoria es un castigo del cielo...